Con motivo del cuarto centenario de la muerte del compositor William Byrd, Juventudes Musicales de Granada organiza el próximo domingo, 05 de noviembre, un concierto en la Iglesia de Santo Domingo de esta ciudad, a partir de las 18:00 horas, en el que actuará el prestigioso Coro de Cámara Tomás Luis de Victoria.
Con el objeto de recuperar, interpretar y difundir la música del Renacimiento y Barroco, el Coro Tomás Luis de Victoria ha participado en la conmemoración de los aniversarios de personalidades de la época renacentista. En esta ocasión, es el turno de recordar el aniversario de la muerte de William Byrd (c. 1540-1623), uno de los más aclamados compositores británicos del Renacimiento, cuyas composiciones sacras son paradigma del estilo internacional que caracterizó la música de este periodo. Habiendo recibido cursos de especialización de mano de directores de fama internacional como Lluís Vilamajó, Michael Noone, entre otros, los miembros de esta agrupación despertarán la emoción de la audiencia, interpretando con maestría las piezas que componen el programa, todas ellas de enorme exigencia para el cantante por sus contrapuntos imitativos y diferentes dinámicas.
La entrada para disfrutar de este concierto, que representa el número 1.062 en la historia de Juventudes Musicales de Granada, será gratuita hasta completar el aforo, con la lógica preferencia otorgada para sus socios y socias.
Música sacra católica en la Inglaterra Isabelina. Un Renacimiento global.
En el resto de disciplinas artísticas, el Renacimiento supuso una voluntad de recrear las líneas clásicas grecorromanas, pero en lo que atañe al arte musical, no existían testimonios de cómo era la música en la Antigüedad clásica, salvo meras referencias teórico-matemáticas y raras excepciones como el famoso Epitafio de Seikilos. Es por ello que, para caracterizar la música renacentista, hay que buscar otros rasgos distintivos. Uno de los más importantes es, sin duda, la presencia de un estilo internacional; esto significa que las singularidades de este periodo musical, tales como una composición simultánea de voces, un sistema de afinación que busca consonancias más suaves que las derivadas del sistema pitagórico, uso de terceras y sextas que se alejan de las quintas y octavas paralelas…, recorrieron todo el continente europeo y, en el s. XVI, también las colonias españolas en Iberoamérica. Este estilo internacional fue motivado por la constante ida y venida de músicos desde diferentes territorios, y por la aparición de la imprenta musical que permitió la edición e impresión de partituras que llegaron a todos los lugares.
En la Inglaterra isabelina, la música religiosa escrita en latín es el género que más entroncó con ese estilo internacional, sobre todo con la corriente centroeuropea. En este sentido, los compositores más importantes de este período en Inglaterra, Tallis y Byrd, utilizaron la imitación entre las voces como un recurso estructural de su música, y no como un mero adorno a la manera que otros músicos anteriores a ellos la habían tratado. Muestra de ello son los motetes que componen las Cantiones sacrae que ambos compositores abordaron, publicados en el mismo año (1575), cuando Isabel I les otorgó el monopolio de impresión de obras musicales en papel por veintiún años. El Miserere nostri de Tallis, por ejemplo, es todo un triunfo técnico, donde las dos voces superiores cantan un canon al unísono, mientras el tenor se deleita en una parte libre, y las cuatro voces más graves se sumergen en otro canon ejecutado con libertades rítmicas y cambios de tempo entre unas y otras voces. Otro modelo de brillante polifonía es el motete Haec Dies, en esta ocasión del segundo libro de las Cantione sacrae de Byrd, con sus dinámicas contrastantes entre fortes y pianos, logrando momentos vibrantes de energía que impregnan el contrapunto imitativo de las voces.
Al igual que Thomas Tallis, William Byrd fue católico en tiempos de reforma anglicana. Sus dos libros de Gradualia constituyen los últimos esfuerzos como compositor de música religiosa católica, con numerosas dificultades en su publicación debido al clima hostil anticatólico de la época. Sin duda, se trata de uno de los ciclos más importantes tanto en calidad como en extensión musical (109 piezas) para el año litúrgico. Como indica el musicólogo Mario Guada, además de ser el proyecto más ambicioso de estas características, «la música resulta devota y piadosa, tremendamente destilada y clarificadora, fluida y concisa, resultando un ejemplo de lo mejor en la esencia ‘byrdiana’». Escrito para cuatro voces, el motete Ave Verum tiene una estructura binaria y pone de manifiesto, al igual que Oculi Omnium, otra de las características de la música renacentista: la estrecha relación entre el texto y la composición musical que enfatiza de manera especial ciertas frases o palabras (de significado esencial para el catolicismo). Terra tremuit es una pieza brevísima que comienza con canto homofónico, poniendo el acento en el título y acaba con el canto polifónico de la palabra «Aleluya» que resuena en cada rincón del espacio, de una forma muy parecida a la que se escucha en el principio de Alleluia ascendit Deus, motete, de nuevo, que muestra un tratamiento excelente del contrapunto imitativo.Venite exultemus Domino es un colofón perfecto que resume y apuntala un programa que comenzaba con la devoción y profunda espiritualidad del Ave Maria de Parsons y seguía con una pieza anterior al periodo isabelino, Libera nos, la más conocida de John Sheppard, donde el peso recae en las voces agudas y el contrapunto imitativo aún no había alcanzado la profundidad que más tarde se disfrutó.
Alfonso Fernández López
Vocal de comunicación y prensa
Fecha: Domingo, 05 de noviembre de 2023. 18:00h.
Lugar: Iglesia de Santo Domingo (Granada)
Entrada: Libre hasta completar aforo, con preferencia para los socios de Juventudes Musicales.
