Temporada Lírica de Granada: Messa di Gloria (Giacomo Puccini)
Homenaje al maestro Miguel Ángel Gómez-Martínez
Fabián Lara (tenor)
Pablo Gálvez (barítono)
Coro de Ópera de Granada
Pablo Guerrero (director)
Orquesta Filarmonía Granada
Enrique García Asensio (director)
Entrada general: 35 € / 25 € / 15 €
Entrada socios: JM: 20 €
Venta en www.redentradas.com y Taquilla Teatro Isabel la Católica
PROGRAMA
I. Kyrie
II. Gloria
1. Gloria in excelsis Deo
2. Laudamus te
3. Gratias agimus tibi
4. Gloria in excelsis Deo
5. Domine Deus
6. Qui tollis peccata mundi
7. Quoniam tu solus Sanctus
8. Cum Sancto Spiritu
III. Credo
1. Credo in unum Deum
2. Et incarnatus est
3. Crucifixus etiam pro nobis
4. Et resurrexit
5. Et in Spiritum Sanctum
6. Et unam sanctam
7. Et vitam venturi saeculi
IV. Sanctus e Benedictus
1. Sanctus Dominus Deus
2. Benedictus qui venit
V. Agnus Dei
MESSA DI GLORIA. EL JOVEN PUCCINI: Un italiano, hijo de su tiempo (o «la cabra tira al monte»).
La Messa di Gloria, compuesta por un joven Giacomo Puccini en 1880 como parte de sus estudios en el Conservatorio de Lucca, llamado por entonces Instituto Pacini, representa una obra temprana que anticipa tanto el talento melódico como el dominio técnico que caracterizarían la producción operística posterior del compositor. En sus primeros años, Puccini aún buscaba una dirección compositiva entre el ámbito sacro y el teatral, y esta misa, escrita para tenor y barítono solistas, coro mixto y orquesta completa, encapsula la tensión y la interrelación entre el lenguaje sacro y el operístico, tan propias tanto del Puccini veinteañero como de la Italia de finales del siglo XIX. En efecto, la creación de la Messa di Gloria se inscribe en una época en la que la música litúrgica en Italia enfrentaba cambios profundos, buscando un equilibrio entre la tradición sacra y las influencias operísticas que los compositores habían empezado a integrar en sus obras devocionales; existía una tendencia generalizada hacia la teatralización de la música sacra en la Italia del siglo XIX. A pesar de la intención de muchos compositores de recuperar un estilo más estrictamente litúrgico, los elementos operísticos continuaron influyendo en el desarrollo de este género, especialmente en el ámbito melódico y expresivo. La Misa de Puccini se caracteriza, pues, por una espontaneidad melódica que hereda de la tradición italiana, en la que la devoción y la expresividad teatral se mezclan.
Esta composición incluye las secciones de Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus y Agnus Dei, y revela influencias de compositores como Bellini y Gounod, así como del propio Verdi, cuya concepción de la música sacra como forma expresiva con fines introspectivos y eminente atmósfera dramática dejó una profunda huella en el joven Giacomo. En el Kyrie, por ejemplo, se percibe un uso de contrastes entre lo mayor y lo menor, y un desarrollo de ideas musicales basado en el contrapunto imitativo entre las voces, recurso que Puccini manejó con inusitada habilidad para su edad. La estructura ternaria del movimiento anticipa un diseño de gran claridad y coherencia, presagiando la organización formal que caracterizará su lenguaje musical en óperas posteriores.
El Gloria es un movimiento de eminente frescura melódica y notable cohesión formal. La introducción de una melodía luminosa y aparentemente sencilla aporta una sensación de ingenuidad que, sin embargo, se ve enriquecida por armonías paralelas que varían sutilmente, lo que a la postre constituirá un recurso que se convertirá en una marca distintiva del compositor. En el segmento Laudamus te, la amplitud melódica evoca la nobleza que Puccini cultivaría en su lenguaje operístico, mientras que el Gratias agimus tibi anticipa un lirismo más acentuado, con un solo de tenor que introduce una carga emotiva inusual en una obra sacra. Esta sección incluye un diálogo entre la orquesta y el solista, en el que el acompañamiento orquestal adquiere una independencia melódica que enriquece el desarrollo del discurso musical, mostrando una orquestación que da cuenta de la capacidad creativa de Puccini para trazar diálogos íntimos y cargados de emotividad. El Qui tollis peccata mundi, aunque tal vez menos logrado en términos de originalidad, utiliza una línea melódica de carácter grave y solemne, interpretada primero por las voces graves y retomada luego por el coro completo, creando una atmósfera de dramatismo y reflexión que se complementa con el uso de fanfarrias en el Quoniam tu solus sanctus. En la fuga del Cum sancto spiritu, Puccini hace gala de nuevo de su dominio de la técnica contrapuntística a través del uso de cánones y de imitaciones libres, alcanzando un efecto final de gran fuerza y brillantez. Esta fuga no es un mero ejercicio académico, sino que está dotada de una libertad expresiva que la eleva a una dimensión dramática que hace pensar en una misa de características eminentemente operísticas.
El Credo, por su parte, es una composición previa que le valió a Puccini el aplauso de la crítica por su originalidad, brillante melodía y sólida estructura. Aquí, la atmósfera se torna sombría, reflejo de la gravedad y del contenido doctrinal del texto. La amplia línea melódica, enfatizada por síncopas en el acompañamiento orquestal, genera una tensión que impulsa el movimiento hacia una serie de episodios de gran intensidad emocional. Destacan el Incarnatus y el Crucifixus, el primero con un solo de tenor delicadamente sostenido sobre el murmullo del coro, mientras que el segundo adopta un carácter casi fúnebre, donde el peso melódico cae sobre las voces graves del coro. Este sentido del dolor y del sacrificio se prolonga hasta el Et resurrexit, donde la tonalidad menor persiste y genera una atmósfera de lucha espiritual que se resuelve en el oasis de calma que es el Et in spiritum sanctum; la turbulencia culmina en una paz pastoral efímera.
El Sanctus, de carácter breve, actúa casi como una transición hacia el Agnus Dei, cuyo lirismo anticipa, de nuevo, el repertorio operístico de Puccini. La cantinela melódica para tenor y barítono solistas, posteriormente conocida como el «madrigal» en Manon Lescaut, se distingue por su ternura y sencillez, culminando en un Dona nobis pacem con un aura de reconciliación espiritual realzada en el ritornello final.
Pese a las críticas iniciales y a los esfuerzos por mantener la obra en el olvido debido a su carácter «mundano», la Messa di Gloria representa un logro notable para un compositor de tan solo veinte años. La composición, inicialmente archivada en la curia de Lucca y redescubierta en 1951 gracias al sacerdote Dante Del Fiorentino, muestra a un Puccini ya dueño de un estilo propio, aunque aún en desarrollo. Más que un ejemplo de música sacra canónica, la misa representa una expresión de la creatividad y el entusiasmo juvenil del compositor, que, lejos de someterse a las convenciones litúrgicas de la época, explora el potencial dramático y melódico de la tradición italiana. Pero ¿por qué asumir que una misa solo tiene sentido dentro de los límites estrictos de la liturgia y de una iglesia? La música de Puccini nos lleva una y otra vez dentro y fuera de lo espiritual, hacia la emoción y la expresión… Y también su Misa es, en definitiva, una pieza de música y reflexión religiosa.
Alfonso Fernández López
Musicólogo
ORGANIZA
Juventudes Musicales Granada
COOROGANIZA
Coro de Ópera de Granada 10º
EN COLABORACIÓN CON
Excmo. Ayuntamiento de Granada
Junta de Andalucía
Andalucía Turismo
ENTIDAD PROTECTORA
Fundación Caja Rural Granada
COLABORADOR PRINCIPAL
Mercagranada
ESCOEM
COLABORADOR GENERAL
Construcciones Rodríguez
Athisa
Colegio Médicos
Fundación Educativa y Científica Colegio Médicos
OTROS COLABORADORES
Festival Discos
Cervezas Alhambra
Pianos Francis
Ilustre Colegio de Abogados de Granada
Ilustre Colegio Oficial de Farmacéuticos de Granada
Porcel Hoteles
Laser Definitive
Home4u
Hostal Costa Azul
Manuel Leonés Afinador